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La emblemática casa de La tierra y la Sombra fue construida específicamente para la película. Marcela Gómez fue la encargada de la dirección de arte.

Marcela nació en Cali. Es Comunicadora Social-Periodista de la Universidad del Valle y realizó estudios en la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños (Cuba). Se ha desempeñado como directora de Arte en varias películas entre las que se destacan: Gente de Bien, La tierra y la Sombra y El Vuelco del cangrejo. Directora de Escondite, Flores, Buenaventura no me dejes más y Migración, cortometraje ganador del premio India Catalina al Mejor Documental en la sección Nuevos Creadores del 49 FICCI.

El pasado 19 de julio dictó un Master Class en Medellín en el marco del workshop en dirección de arte dictado por ella, y organizado por Crisálida Films.

¿Cuál es su principal criterio a la hora de participar de algún proyecto cinematográfico como directora de arte?

M: Hasta ahora no he rechazado un proyecto porque no me interese la historia o su esquema de producción. Han sido las películas las que me han elegido a mi.

Sí he declinado mi participación en algunas películas porque no se logran acuerdos con los honorarios. He comprobado que al director de arte muchas veces le intentan pagar muy poco y siento que con la experiencia que tengo de varias películas puedo entrar dentro de un estándar básico de lo que ganan normalmente los directores de arte para que no haya un desfalco respecto a lo que gana el director de foto, por ejemplo.

Realmente creo que todos los proyectos tienen algo atractivo y si uno desde su rol sabe buscarles el encanto cualquier tipo de película puede ser interesante desde la dirección artística.

Como mencioné, han sido los proyectos quienes me eligen a mí, y muchos han sido películas de autor. Ese es el cine que me gusta ver y que me gusta hacer. Aunque prefiero proyectos con esas características, y con amigos (he tenido la suerte de que muchos directores con los que he trabajado han sido amigos cercanos) tampoco me he dado el lujo de marcarme una línea rígida al respecto.

El master class dictado en Medellín se titulaba “La dirección de arte en la periferia” . ¿Considera que en su trayectoria audiovisual hay una serie de conceptos o temáticas que se relacionan entre sí?

M: Yo le puse al conversatorio “la periferia” porque me parece que juega en dos sentidos: por un lado porque siete de ocho películas se rodaron en entornos rurales y lugares que no habían sido filmados antes en el país. Eso de la periferia me interesa mucho.

Por otro lado está la periferia de las producciones. Han sido películas muy independientes, incluso, muchas veces se han hecho sin apoyo del fondo, lejos de una producción enorme, proyectos de autor (…) como una especie de cine periférico. Me gusta el concepto de la periferia en ambos sentidos.

Considero que casi todos los directores con los que he trabajado han buscado poner su mirada en otras partes y en otro tipo de historias, incluso dentro de la misma ciudad. Por ejemplo, cuando rodamos Gente de bien en Bogotá había un interés por explorar ciertos personajes que no son los que normalmente se ven representados en la televisión o en el cine. Ese elemento en común llevado a la dirección de arte ha dado como resultado propuestas muy investigativas, con extenso trabajo de campo y visitas a las comunidades.

Respecto a mi trabajo como directora lo que he hecho hasta ahora ha sido muy personal. Más que mirar a otros, me he mirado a mí misma a partir de sensaciones y sentimientos personales o de mi familia, siempre con una intención de universalizar las historias pero partiendo de lo más intimo de mí misma o de mi núcleo familiar.

En la historia del cine colombiano Cali ha sido una ciudad fundamental. Además del grupo de Cali y de destacados documentalistas como Oscar Campo, hay talentosas realizadoras como Diana Montenegro, Natalia Imery, Mónica Mondragón y Ángela Osorio. ¿Qué opinión le merece el panorama de su ciudad en la dirección femenina?

M: La unidad que tienen todas estas chicas es que todas son egresadas de Univalle. Hace unos meses, el programa “Rostros y Rastros” realizado por la Universidad del Valle (que en los ochentas y noventas fue muy importante dentro de la región) retomó sus emisiones enfocándose en el ámbito universitario y comenzaron con un ciclo de realizadoras femeninas de distintas generaciones, partiendo todas de Univalle.

No he visto los cortos de todas ellas pero también tenemos en común una fuerte tendencia hacia el documental. Mónica Mondragón, por ejemplo, tiende a esa forma de narrar. Allí, la formación que brinda Univalle ha sido importante inclusive para las ficciones, por ejemplo: Siembra no es un documental pero cuenta con mucho contenido social y mucha investigación que sé que ellos hicieron con su tesis. Siento que la escuela nos ha dado herramientas para salir como realizadoras.

A nivel colombiano hay varias chicas que se han adentrado al mundo del largometraje, y tienen proyectos bajo el brazo.

En general, el papel de la mujer ha estado en otros roles como la producción o la dirección de arte (en el taller que dicté en Medellín todas eran todas mujeres), pero no significa que sea un gremio femenino. Hay muchos directores de arte en Colombia y muchos más diseñadores de producción hombres en Hollywood.

Lo que quiero decir es que han existido cargos que han ejercido más las mujeres y la dirección no ha sido uno de ellos. De todas maneras sin ponerse con cuestiones de genero sí es cierto que las mujeres tienen una manera especial de mirar y de contar sus historias y hace mucha falta tener más directoras mujeres.

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Fotograma de Flores, cortometraje dirigido por Marcela Gómez Montoya.

Flores es una historia en la cual el universo femenino adolescente se explora con sensibilidad y belleza pero también una ambigüedad muy poderosa. ¿Qué motivó la creación de la historia de Valeria?

M:La historia surgió de varias ideas separadas que quería poner un cortometraje: primero una historia en la que todas las mujeres se sintieran de alguna manera identificadas con ese momento en el que uno está dudando: ¿estoy embarazada o no?, ¿existe la posibilidad de que sea madre? ¿que pasa si estoy embarazada a mis 16 años? (…) En algún momento de la vida todas las mujeres hemos tenido un sustillo…Ese pequeño sustillo.

También quería hablar del aborto pero sin ponerme de ningún bando. No quería hacer una oda ni a la vida, ni pro-vida ni pro-aborto. Simplemente poner sobre la mesa el tema y por medio de la metáfora darle al espectador unas ciertas pistas pero en ambas direcciones. Por eso las flores que son una metáfora de la vida pero sin la certeza de saber qué decisión tomó.

Es una metáfora abierta sin necesidad de decir muchas cosas porque la historia es muy sencilla. Por un lado , las flores de ella pueden simbolizar que va florecer y seguir con su juventud y la vida que ha llevado hasta ahora, o por otro lado si esas flores representan ese hijo que sí va nacer. La idea era dejarlo abierto, y que cada espectador de acuerdo a su posición y a lo que piensa del tema interpretara la metáfora.

Siento que es un cine que en medio de su sutileza, es expresionista también porque usa las herramientas audiovisuales para construir una metáfora. Podría decirse que es algo cercano a una poesía o a un haiku, en donde uno más uno es ocho y ese ocho es la interpretación que tú le das.

Lo que yo quería audiovisualmente era observar al personaje y construir una metáfora al final.

Migración es un documental que se hizo hace 8 años y sin embargo, hoy continúa siendo vigente por todos los vejámenes que están sucediendo a migrantes europeos y la xenofobia en Norteamérica contra latinos, asiáticos y extranjeros. Así como en sus ficciones hay una gran construcción y desarrollo de los personajes. ¿Qué metodología trae desde el guión o durante el rodaje para lograr generar esta profundidad en los personajes?

M: El hecho de no irme a vivir con ellos es un tema álgido en mi familia. Hablar de eso y entrevistarlos era difícil. A veces terminábamos llorando o peleando.

A partir de esas situaciones, comencé a pensar maneras de aproximarme a cada uno de ellos. Mi padre era mucho más fresco con el tema porque quiere regresar, pero mi hermana es todo lo contrario, y como además estaba en su etapa adolescente tuve otra manera de abordarla.

Siento que conocer tanto a la familia y tener un tema que está a flor de piel hace que no haya que construir los personajes porque uno sabe como son, como van a reaccionar o qué van a decir, inclusive.

Lo que mas trabajo me costó fue esa delgada línea entre decir lo que pienso y no ofenderlos. La delgada línea del respeto con mi madre y con mi familia porque los respeto y los quiero, en relación a mi propio punto de vista que no siempre está de acuerdo con ellos. Lograr confrontarlos sin que esto se saliera del amor familiar fue lo mas difícil.

El guión lo escribí en una clase con Oscar Campo quién nos daba asesorías. Mi escaleta tenía dos columnas: la imagen y el sonido. El documental es muy libre porque permite dar información a manera de collage utilizando muchos recursos: puedes poner una foto, una voz en off, una noticia, una entrevista, puesta en escena y mucho más. Lo que busqué es que sonido e imagen fueran complementarios para crear más riqueza en la narración y hacer contrastes.

Tenía muy claro que quería relacionar elementos de mi intimidad familiar (videos caseros, conversaciones telefónicas…) con los noticieros que mi papá me ayudó a mi recolectar grabando las emisiones todas las noches. Eso me dio mucha información.

En esa escaleta busqué ir de lo micro a lo macro, de la historia muy personal a una temática global y universal. Realmente lo que le debe quedar a uno después de ver la historia es que un supuesto mundo globalizado donde la información y la economía viaja a la velocidad de la luz todavía tiene fronteras cerradas para los seres humanos.

Puse migración hace poco en España y sacamos la conclusión de que es vigente en cualquier parte del mundo porque todavía se ve discriminación racismo y xenofobia. Siguen haciéndose muros como si estuviéramos en la edad media, siguen existiendo leyes que castigan con la muerte la violación a esas fronteras pero cuando se trata de dinero y mercancía todo transita rápidamente. Es la idea de un mundo globalizado pero para el dinero, el neoliberalismo y la economía en donde las personas están muy divididas.

Muchos de los proyectos en los que ha trabajado tienen grandes actuaciones de actores no profesionales. La actriz de Flores aparece también en Los Hongos. ¿Como directora, qué opinión le merece el debate actual sobre la “Ley de actor”?

M: Lo de las coproducciones es preocupante porque la cuota de actuación es una estrategia que utilizan mucho los productores. Además, es un tema complicado porque: ¿Quién regula quién es actor y quién no?. Yo he trabajado con actores no-profesionales que actúan mucho mejor que algunos actores profesionales. El hecho de no estudiar no te limita como actor. Vámonos al caso: Yo soy directora de arte y no estudié Artes, entonces ¿Tendría que verme avalada por una institución que lo diga? Lo que quiero decir es que no necesariamente hay que formarse para poder hacer algo, y ser bueno en eso.

Entiendo que se quieran agrupar y organizar, eso lo apoyo, pero no creo que deba obligarse a nadie a utilizar actores-profesionales porque hay películas que tienen que ser hechas con actores naturales ya que eso hace parte de su esencia.

En El vuelco del cangrejo los actores son de La Barra, se interpretan a ellos mismos y esa es la magia de esa realidad que captura la película.

Cerebro es un ejemplo. Su presencia sumada al hecho de que realmente existe encarna una magia interesante que en el cine colombiano no se había visto.

Hasta hace muy poco nuestra cinematografía estaba llena de telenovelas filmadas, y todavía considero que el 50% siguen siendo telenovelas filmadas y con actores de la televisión. La otra mitad son películas que poco a poco se están universalizando gracias a que han puesto la mirada en otros tipos de cine que implican darle voz a quién no la ha tenido.

Nunca he trabajado con actores de formación sino con personas que actúan bien.

7¿Qué proyectos cinematográficos planea dirigir en el futuro?

M: Ya tuve la oportunidad de dirigir un largometraje documental con Caracol y Laberinto que se llama Buenaventura no me dejes más sobre un salsero que se llama Yuri Buenaventura muy popular en Francia pero no muy conocido en Colombia. Esa experiencia me gustó mucho por la versatilidad del documental en donde es posible utilizar cualquier recurso.

Me gustaría hacer ficción. Tengo claro que lo haría en un esquema de producción diferente al tradicional (aunque como directora de arte trabajo y agradezco ese esquema) para hacerlo de una manera muy documental, filmando poco a poco, acompañada solamente de un camarógrafo y un sonidista.

Esto no significa que no me gusten los grandes equipos de rodaje pero personalmente considero que no podría concentrarme en esas condiciones, y creo que a veces esa es la razón por la que a algunos actores se les dificulta también.

Muy seguramente va ser una película muy íntima sobre mi hija o sobre mi familia en donde pueda utilizar la manera de filmar del documental para narrar una historia ficcionada. Al fin y al cabo en el cine permanecen las imágenes que uno construye y da igual de qué manera se realicen mientras uno diga lo que quiere contar.

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Con esta entrevista a Marcela Gómez Montoya doy comienzo a un proyecto sobre mujeres cineastas Colombianas que busca promover la obra de diferentes directoras que hacen cine en nuestro país, esperando que algún día, tanto a nivel nacional como internacional sea posible la equidad de género, en este        (y todos) los roles.