Hace un par de años conocí a alguien que se llamaba Dios. Obviamente nunca faltaron los juegos de palabras relacionados con su nombre: “estamos caminando con Dios”, “se enojó. Conoceremos la irá de Dios” y cosas por el estilo.

Lo mismo sucede con el personaje de El Tiempo en la película Alicia a través del espejo en donde un hombre personifica esta idea dando lugar a muchos chistes y juegos de palabras que por su exceso, hostigan. Sacha Baron Cohen quien interpreta el rol mencionado ya había trabajado con James Bobin en la serie Ali G y con Johnny Depp y Helena Bonham Carter en el musical Sweeney Todd. En esta película su aporte es mínimo pues sigue repitiendo gestos y acentos que funcionaron para Borat y Ali G pero que distan de construir la versión original y fresca que pudo ser este personaje.

Los demás actores logran desarrollar en sus personajes emociones, antecedentes y motivaciones individuales que el guión fortalece, porque toda la película tiene giros en el tiempo que ayudan a resolver la misión de Alicia y narran el origen del Sombrerero o cómo llegó a ser inmensa la cabeza de la reina roja Iracebeth.

La historia va de un lugar a otro en el país de las maravillas recorriendo escenarios fantásticos muy evocadores como el océano del tiempo o un palacio hecho de plantas. El objetivo de encontrar la familia del Sombrerero hace que los personajes animados de la primera película sean muy itinerantes pero da lugar a nuevas criaturas como los Wilkins, una de las razones por las que vale la pena ver la película.

Sin embargo, es clara la ausencia de Tim Burton como director: se desaprovecha una Mia Wasikowska más madura, la propuesta musical de Danny Elfman es inferior a la que hizo para Alicia en el País de las Maravillas y la calidad de los fondos e imágenes digitales satura al espectador y genera la necesidad de escenarios más orgánicos, en donde los personajes interactúen de verdad con las cosas ( este cambio podría explicarse teniendo en cuenta que en esta película el diseño de producción, la dirección de fotografía y el equipo de efectos visuales estuvo en manos de otras personas).

Lo anterior no quiere decir que sea obligatorio que un mismo director guíe una saga completa, porque cada secuela tiene su propio espíritu o sus propias necesidades, pero considero que como adaptación a esta obra de Carroll la experiencia con la fantasía que tiene Tim Burton hubiera dado como resultado una película memorable, saldando una deuda que nos dejó a los espectadores con Alicia en el País de las Maravillas hace seis años.

De todas maneras, quien desee entretenerse podrá encontrar una buena alternativa con Alicia a través del Espejo, deleitándose al ver un maquillaje excepcional y un diseño de vestuario que aunque no supera la primera película sin duda refuerza el concepto del paso del tiempo en los personajes.
El matiz que dan a la perfección fastidiosa de la reina blanca Mirana, los efectos especiales durante el clímax, la mítica aparición de Alan Rickman como Absolem y la dedicatoria que hace la película a su memoria se pueden destacar de esta secuela.

Pero, parafraseando la reflexión más importante de la película: es imposible cambiar el pasado. Alicia a través del Espejo pudo haber utilizado su antecedente para aprender, tomando de allí decisiones narrativas o estéticas a mejorar, dando lugar a una visión más original. De esa manera, los espectadores hubiéramos visto una obra con raíces propias y menos flotante en un universo que en sí mismo es difícil de describir, pero que por su encanto seguirá generando nuevas emociones y expectativas.