El 2016 es un año histórico para Colombia. La firma del proceso de paz se acerca, y pocos días después del cese bilateral del fuego entre el gobierno y las FARC se celebró en Jardín el primer festival de cine sobre posconflicto, organizado por la Corporación Antioquia Audiovisual.
La programación cinematográfica y académica contó con la presencia de grandes figuras nacionales e internacionales que a través de su actividad artística y política han consolidado miradas humanistas sobre el posconflicto: Miguel Littín, Vera Grabe, William Ospina, León Valencia, entre otros.
En una conversación previa con Oswaldo Osorio (coordinador de la programación cinematográfica) comprendí la diferencia entre cine bélico y cine sobre posconflicto, que radica en que la primera exhibe el conflicto y sus consecuencias y la otra va más allá, cruzando la frontera que hay después de los agravios e intentando dar respuestas a las víctimas y victimarios si no es a través del perdón, por medio de la memoria o del diálogo.
Cuando el cine llega a pueblos o localidades aporta a su economía, vitaliza las calles, llena de alegría las noches y las mañanas, crea lazos amistosos entre las personas e invita a la reflexión de diversos temas. El festival realizó un gran aporte a la coyuntura inmediata que tiene al país a través de la programación, y por eso, esta versión –única versión- sobre posconflicto trasciende y resuena en la memoria de sus asistentes, porque lo visto y lo aprendido durante los cuatro días del evento puede fortalecer actitudes cotidianas de paz, tolerancia y humanismo tan necesarias en Colombia.
A pesar de la lluvia y algunos retrasos, la organización del festival supo mejorar cada día las dificultades que se presentaron y ofrecer a los espectadores una edición del festival llena de momentos emotivos como el monólogo sobre la memoria durante el conversatorio “Durmiendo con un ojo Abierto” de Miguel Littín, el silencio y las lágrimas durante la proyección en el parque educativo Margarita Pélaez de Bestias sin nación o las risas cómplices durante la proyección de El Soborno del Cielo en presencia de Lisandro Duque, su director.
Otro elemento destacable es el catálogo del evento que además de contener la información general de los cortometrajes, invitados y muestras, aporta textos muy valiosos como “Solo se perdona lo imperdonable” de Jacques Derrida recomendado para comprender el eslogan del festival y continuar la reflexión en torno al perdón.
Finalmente, la convocatoria Caleidoscopio en la que se proyectaron cortometrajes documentales y argumentales estuvo conformada por un jurado que otorgó cuatro premios (primer y segundo lugar en cada categoría) a obras que fueron dirigidas por mujeres, lo que sin duda aporta a reducir la brecha que en Colombia (y el resto del mundo) existe en el rol de la dirección femenina, que más allá de ser una cuestión de cifras, permite ampliar las miradas sobre la realidad a través de la creación audiovisual.
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SOBRE CALEIDOSCOPIO, CONVOCATORIA DE CORTOMETRAJES NACIONALES:
PRIMER PREMIO DOCUMENTAL: El susurro de un abedul, de Diana Montenegro
SEGUNDO PREMIO DOCUMENTAL: Warmipura, de Melisa Sánchez
PRIMER PREMIO FICCIÓN: Porque no, de Ruth Cuadril
SEGUNDO PREMIO FICCIÓN: Conciencia, de Sorany Marín Trejos