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En la vida de los seres humanos el tiempo es un pesado recordatorio de nuestra propia finitud: cada momento tiene varios caminos posibles que van determinando el mañana. Algunos de ellos se viven con tal intensidad que logran influenciar a nuestros descendientes o a toda una generación. A través de un ensayo cinematográfico, Joao Moreira Salles reconstruye el viaje que hizo su madre a China en 1966 y las revoluciones que tuvieron lugar en Praga, Francia y Brasil en 1968.

La película está dividida en dos partes: Entrar en la fábrica y Salir de la fábrica. Estos nombres son un homenaje a la icónica película de los hermanos Lumière y además tienen una estrecha relación con las manifestaciones de los estudiantes y obreros que buscaban condiciones laborales y educativas dignas.

Al inicio de la obra, Salles utiliza imágenes de archivo grabadas por su madre en las diferentes ciudades que visitó y los diarios que escribió sobre sus vivencias en China. La evocación que ella hace de su viaje es de carácter personal, lo que genera preguntas en el director sobre el contexto político que es latente en las imágenes (revolución cultural) pero que no está presente en los escritos que ha dejado su madre. En cambio, el material con el que reflexiona sobre las revoluciones estudiantiles es puramente cinematográfico en tanto utiliza registros hechos por estudiantes de cine durante las protestas o fragmentos de películas y documentales rodados en el 68 en París, Río de Janeiro y Praga.

El encuentro entre la experiencia individual de su madre en 1966 con el universo grupal de los estudiantes durante 1968, permite a Salles construir un narrador con un punto de vista propio, tanto para hablar de su historia personal y familiar como para reflexionar sobre los acontecimientos políticos que sucedieron durante la década de los sesenta. Una de sus estrategias es analizar intenciones dentro de las imágenes lo que le permite tomar distancia del archivo filmado y entender las relaciones de poder al interior de los movimientos sindicales o estudiantiles.

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Las mujeres y los negros no tenían una participación activa en las imágenes que se registraron en mayo del 68. “Aparecían como extras y figurantes”, reflexiona Salles

La música es otra forma de tejer sus ideas sobre los momentos intensos y fugaces por los que atraviesan los personajes sean estos conocidos (su madre), célebres (Daniel Cohn-Bandit o Jean-Paul Sartre) o anónimos (operarios, estudiantes, camarógrafos desconocidos). Instrumentos clásicos como el piano o el violín se mezclan con las voces de los manifestantes, testimonios de obreros, discursos políticos, cánticos durante las protestas, risas, llantos y sonidos que transitan de la vitalidad a la muerte y por eso mismo, mantienen la atención del espectador.

A medida que avanza la película, el ensayo se vuelve cada vez más crítico acercándose a la muerte de las ideas y de algunos individuos que participaron de las diferentes manifestaciones. En esta secuencia aparecen funerales en distintas partes del mundo en donde el valor del registro cinematográfico como fuente de conocimiento de la Historia y de la sociología emergen con toda su fuerza. “Si alguien muere, alguien sufre” es la premisa que acompaña los rostros de los grupos de personas que masivamente asistieron a las exequias del estudiante brasileño Edson Luis, el bachiller parisino Gilles Tautin, el suicida en Praga Jan Palach y el policía arrollado en Lyon, René Lacroix.

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Al reconocerlos, nombrarlos y mostrar sus multitudinarios homenajes, Salles les devuelve la vida a cuatro personajes de contextos y edades diferentes.

El Intenso ahora es una obra que confronta a quien la mira con la capacidad del individuo para convulsionar la sociedad aún si es durante un mes o aún si hay que entrar nuevamente en la fábrica con la esperanza de que es posible salir de ella. La película es una reflexión sobre una generación pero también un estudio sobre cine en donde la representación de los hechos se revisa cincuenta años después. El resultado produce la sensación de que si bien es imposible definir qué debe hacer el cine, algunas obras superan las posibilidades del lenguaje que las delimita y muestran lo que puede llegar a ser.