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Hay dos* elementos comunes en las películas de Damien Chazelle: el jazz y el sacrificio. En Whiplash, los sufrimientos por alcanzar el virtuosismo en la batería y en La La Land, la ambición de los personajes por cumplir sus sueños en Los Ángeles (de allí el título L.A L.A Land).

Pero a diferencia de Whiplash -entretenida y bien escrita- La La Land es como una flecha directa al corazón donde Chazelle expresa posturas sobre la vida, el amor y los sueños, con sus conflictos y sus crisis. Esta película resulta encantadora porque es un musical renovado y moderno, que hace un homenaje al cine dorado de Hollywood en donde los personajes se movían por escenarios fabulosos, movidos por sus emociones. En este caso, el diseño de producción se lleva todo el mérito y romanticismo. Los planos secuencia no tendrían su novedad sin los colores, el vestuario y los decorados que logran recordar estas películas sin perder la actualidad de la historia. Las actuaciones de Emma Stone y Ryan Gosling son notables: cantan y bailan como si uno fuera la extensión del otro. Además, la construcción de los personajes a lo largo de la trama permite que el espectador nunca esté en ningún bando, porque ninguno es bueno o malo. Ambos viven de las oportunidades, se alimentan de sus sueños y dependen de la ciudad.

Por su condición de homenaje, todos los recursos formales de la película están justificados: las cortinillas, la iluminación localizada y los cross fade. Lo mismo ocurre con el guión: esos espacios públicos que permanecen solos para los protagonistas o los diálogos fuera de lo común están permitidos.

Chazelle utiliza la letra de las canciones y ciertas escenas como un medio para criticar a Hollywood: las personas que tienes que conocer para “ser alguien”, los directores de casting que son irrespetuosos en las audiciones, los contenidos basura, el guionista presumido que alaba a Campbell y al viaje del héroe…Por momentos La La Land es autoreferencial: todos los extras y bailarines de la película son como los protagonistas Mia y Sebastian, cada uno buscando suerte en Los Ángeles y de paso su lugar en el mundo.

Es bastante posible que la película sea la favorita en los Óscar por dos razones: aborda un tema que implica directamente a los miembros de la Academia y se ha posicionado con importantes premios en circuitos de distribución cinematográfica internacional: ocho Critics Choice Awards, premio del público en el Festival de Cine de Toronto y el premio a Mejor Actriz para Emma Stone en el festival de cine más antiguo del mundo, Venecia.

Damien Chazelle, con tan solo 31 años ha demostrado que puede escribir historias memorables y utilizar el lenguaje cinematográfico a su favor para conmover y enamorar, pero a diferencia de muchas críticas, considero que la película no es genial desde el comienzo sino que se va puliendo y mejorando, volviéndose cada vez más interesante, como una melodía en crescendo que podríamos repetir hasta el cansancio. Una apasionada manera de filmar que da como resultado un recordatorio: en la vida, la fama no equivale al éxito.

*J.K. Simmons es el tercer elemento en común en estas dos películas de Chazelle. No podía dejarlo por fuera por su cómica aparición en La La Land.